3º Concurso Internacional de Poesía y Narrativa
EL MENSÚ EDICIONES 2012
3º ORDEN DE MÉRITO:
El Messi-as
Eder Carlos Alberto
Etruria (Córdoba)
Los tres hinchas ya habían atravesado
media pampa húmeda con sus trapos a cuestas y las bolsitas de papel picado, se
les notaba en el rostro un cierto cansancio ¡y no era para menos! venían
atravesando bañados, cañadones, cruzando arroyos tratando de que no se
arruinaran los presentes que llevaban en un pequeño carrito. Muchas noches la
pasaron durmiendo en pueblitos pequeños, perdidos en la inmensidad, donde casi
siempre los hinchas del lugar los cobijaban en su club de barrio ofreciéndoles
lo poco que tenían: algún choripán, un poco de vino tinto de cajita y un
vestuario o cuartito frío y húmedo para pasar la noche; otras dormían a la
intemperie sin más techo que el travesaño de un arco improvisado en algún
potrero donde los pibes armaban un picado en un instante. Sin embargo, a pesar
del frío y las incomodidades, marchaban alegres tal vez porque la misión que
debían cumplir les daba una fortaleza y un temple de acero.
Venían siguiendo la estrella
que los profetas habían anunciado. Se les había revelado el secreto una noche
en que estaban preparando los trapos para el domingo, cuando de pronto se
escuchó una voz como trompeta que les dijo:
-Prestad atención, allá por el
mes de junio en una ciudad cerca de un
puerto a orillas del Paraná, en una casa humilde de padres trabajadores nacerá
“ el elegido”, yo pondré en el cielo una estrella que brillará mucho más que
las otras, vosotros deberéis seguirla, ella os guiará hasta el lugar mismo
donde nacerá el niño, esa estrella será el signo de que él también será una
estrella que brillará por mucho tiempo en el firmamento de las ilusiones de los
campeonatos mundiales, tendréis que tener paciencia porque él no será profeta
en su tierra, su luz iluminará a otras multitudes pero llegará el momento en
que los bañará de gloria a ustedes y a todos aquellos que deliren por una
celeste y blanca. Deberéis llevarle regalos para recibirlo y no os preocupéis
por lo demás, la estrella los guiará cual si fueran reyes magos. Andad y
cumplid en nombre del reino de las tribunas, de los hinchas afónicos, de los tejidos
romboides.
Y sin pensarlo dos veces,
salieron y siguieron a la estrella. De esto ya hacía varios días, no llevaban
bien la cuenta pero tal vez había pasado más de un mes desde que venían tras el
brillo que les iba alumbrando el camino, cada vez la veían más cerca y más resplandeciente, prácticamente estaba
sobre sus cabezas, y ahora que la miraban bien ya no era una estrella, brillaba
como ellas pero en vez de rayos tenía
gajos hexagonales cosidos con hilos de plata.
Ya el aroma del puerto de Rosario
les llegaba claro y nítido a sus narices, el Paraná como un gran espejo
reflejaba el fulgor de la estrella, ¿o era una pelota? Ahora que la veían
espejada en el agua ya no parecía una estrella era una pelota de fútbol, el
Paraná devolvía su imagen clara que se bañaba, entrando y saliendo del agua.
Por primera vez la sombra de
una duda se les presentó, ¿y si no eran bien recibidos por la familia del
elegido? ¿Si pensaban que eran unos locos sueltos? En realidad su aspecto no
era el más correcto para presentarse a ofrecer regalos a un recién nacido y
además con una historia medio rara, pero la voz les había dicho que no se
preocuparan que todo sería resuelto y la verdad que hasta ahora no les había
fallado a pesar de las dificultades del viaje jamás habían sido abandonados, el
brillo siempre los guió por los senderos correctos, nunca dudaron en las
bifurcaciones del camino, siempre surgía algo que les solucionaba los
inconvenientes, así que ahora no sucedería lo contrario, seguirían adelante con
la misma fe que los había guiado hasta acá.
Al llegar a una casita humilde
la estrella-pelota se detuvo en seco, la luz que emanaba de ella iluminó la
casa para que la identificaran y luego fue apagando su brillo y bajando
suavemente. La pelota ya sin luz anidó entre los trapos, las bolsas de papel picado y los demás
regalos que llevaban para el elegido.
Se acomodaron un poco la ropa
para tratar de estar presentables, se pasaron la mano por los cabellos para
intentar un peinado decente y tímidamente llamaron a la puerta. Fueron
recibidos por los miembros de la familia, inmediatamente los hicieron pasar
como si los hubiesen estado esperando y, ante el asombro de ellos, los llevaron
hasta un pequeño cuarto de la casa; allí en una pequeña cuna como cualquier
otro mortal estaba el elegido al que lentamente comenzaron a entregar los
presentes que traían para él; unos trapos agitados con leyendas, una bolsas de
papelitos que desparramaron sobre la cuna, una camiseta con rayas verticales
celestes y blancas con el número 10 en la espalda, y la pelota-estrella que los
había guiado hacia la casa, suavemente la depositaron a los pies de la cuna y
en un acto de profundo respeto se arrodillaron y como si el elegido los
escuchara pronunciaron las siguientes palabras:
-Aceptad Elegido estos humildes
presentes: los trapos con leyendas para que no olvides de dónde vienes; los
papeles picados como símbolo de la alegría de un pueblo que espera otra copa;
la camiseta, armadura con la cual enfrentaras los equipos más temibles y la
pelota-estrella con la que brillarás en el firmamento de los campeonatos
mundiales; y cuando al fin puedas levantar la copa, la multitud enronquecida ya
no te llamara más Leo serás León porque dejarás de ser el elegido para ser el
Rey. Salud Majestad.
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