El baile
Carlos Leonardo Cabrera
3ra. Mención
Cuando estaba por terminar Carnaval, el club anunciaba un gran baile que
se llamaba “familiar”.
A mi me gustaba cuando decía así
porque quería decir que iban a llevarme y además mi papá hacía ir a mi hermano
que iba de malagana pero obedecía porque por más que fuese grande tenia que
obedecer a los padres y también porque
mi papá era importante en el club. Era uno de los que mandaba y como
jugaba muy bien a las bochas y hasta tenía en casa dos copas que había ganado a
ese juego, era famoso.
A mi hermano le daba rabia tener
que ir. A mí me daba risa verlo enojado.
Salimos todos juntos para ir al
club: yo, mi mamá, mi papá, mi hermano, con cara de enojado, y mi tía Rosita
con el novio.
Cuando llegamos había mucha gente
y todos nos saludaban porque todos lo
conocían a mi papá.
Los grandes bailaban en el salón
grande donde había mesas alrededor contra la pared y un escenario al fondo.
Estaba todo adornado con serpentinas y globos.
Para lo chicos había un lugar más
chico donde jugábamos con papel picado, serpentinas, pitos y matracas que nos
regalaban al entrar, pero el papel picado y las serpentinas si se terminaban
había que comprarlos. Las levantábamos del suelo y era lo mismo.
Desde donde jugábamos se oía la
música de los grandes, había dos orquestas con cantantes, una que tocaba tangos y otra que tocaba todas las
otras músicas. Las dos tocaban en el escenario.
Yo a cada rato me iba para el salón grande para
ver bailar a los grandes.
Mi tía Rosita no se perdía una pieza, mi hermano bailó con
más de una chica y mi papá y mi mamá
bailaban todos los tangos, por eso me pareció raro que cuando anunciaron un
bolero, salieran a bailar.
El locutor lo anunció a los
gritos.
–¡La voz romántica de Pedro Velásquez, para que todos
bailen bien juntitos!
Mi papá y mi mamá siempre se iban al centro de la pista
para bailar, no sé por qué, mi tía y el novio, no, empezaban a los costados. A
mi hermano no podía ver dónde estaba.
La orquesta empezó y todos
empezaron a moverse, despacio, algunos apenas se movían del lugar donde
estaban, parecian como que estaban inmóviles.
Me quedé al costado del escenario
porque de ahí podía ver bien a mis papás. Ellos daban vueltas lentamente. A veces
se me perdían porque otros se ponían adelante y me tenía que andar corriendo de
lugar alrededor de la pista y otras veces me tenía que agachar y mirarlos por entre las piernas de los que estaban parados.
Bésame, bésame mucho
Como si fuera esta la noche
la última vez
El brazo de mi papá tapaba toda
la cintura de mamá y su mano grandota se perdía en el costado donde más
ajustado estaba el vestido.
La mano de mi mamá abrazaba el
cuello de mi papá tocando un poco la
camisa y otro poco la piel que quedaba debajo del pelo.
La cabeza de mi mamá estaba escondida en el hombro de
papá. Alcanzaba a ver nada más que su pelo sobre el que papá apoyaba su cara,
con los ojos cerrados.
Las manos de los dos no estaban
agarradas arriba como cuando bailaban tango, estaban agarradas, sí, pero pegadas al cuerpo.
La mano de mi mamá estaba más
perdida que antes en el pelo de papá.
La mano de papá se movía
lentamente por la cintura de mamá.
Las cabezas se separaron y se miraron
La boca de mi papá se acercó a la de mi mamá y le dio un
beso.
Mi mamá se rió, mi papá también.
Se dieron otro beso y volvieron a
juntar las cabezas.
Nunca los había visto besarse así
en la boca. Fue impresionante.
Bésame, bésame mucho
que tengo miedo a perderte
perderte deeeeeeeeeeeespuéeeeeeeeees...
Todos aplaudieron.
Yo no pude.
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