RARO, el nuevo libro de Iván Ferreyra
Presagios del extrañamiento
Por Santiago Pfleiderer, diario Alfil, martes 25/09/12
san.pflei@gmail.com
Foto de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Córdoba.
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Él es un escriba tatuado por la tinta de los muertos, de los
desaparecidos, de los desengañados; tatuado por albinos, ciegos y mordido por
perros callejeros. Iván Ferreyra recrea mitos desde las bocacalles, desde el
Mercado Norte, desde Alberdi, desde Canals y La Carlota. El escritor que junto
al dramaturgo Jorge Villegas y al poeta Omar Hefling llegó en un Ford K a La
Higuera y a Vallegrande, los lugares donde asesinaron e inmortalizaron al Che
Guevara.
Iván Ferreyra es un mensajero de cemento y graffiti. Oriundo de Canals
(provincia de Córdoba), Iván –el N2- es el gestor cultural de los que no entran
en las agendas. Ex boxeador y gerente de una whiskería, inventor de horóscopos,
periodista y autor de los libros El Resentimiento, El hombre Que Ganaba Por
Cansancio, Llueve y Bambi. También es el buscador incansable de Jorge Julio López,
el editor de la revista Polosecki Magazine, de la editorial Antiplán y el
creador de miles de blogs y de eventos para-kulturales como Otoño Sucio/Hermosa
Tristeza, La Furia del Libro y los Jueves Malditos. Y acaba de presentar Raro,
un nuevo libro de poemas.
Agitador cultural por excelencia, El N2 –como se denomina el escritor-
es un activista en diferentes flancos. Desde Facebook provoca incansablemente.
Y me refiero al activismo no como algo snob y puramente virtual, sino como una
actividad constante de agitación desde la red social que se ve en hechos que se
registran día a día en diferentes ámbitos de la ciudad: intervenciones
artísticas y políticas, performances estéticas contra el aburrimiento de una
ciudad donde comer choripanes de día es un delito.
En su prosa o en sus versos, Ferreyra le hace el aguante a Libros Son,
a las editoriales independientes, a los músicos independientes, a los
fotógrafos hermosos de esta ciudad como Tomás Barceló Cuesta, a Flay Belzagui y
a los Músicos en la Calle. El Under es como un baño de hipermercado: montones
de números haciendo cola al final de la noche para ir a mear. La tinta vibra en
las noches donde un escritor le confiesa cosas a la mesa de un bar que cierra.
Sonará feo para los pulcros oídos de algunos, pero la realidad tiene gusto a
tinta y a vino en caja. Sino, váyanse al bar que está enfrente del colegio
Monserrat y hablen quince minutos con el Cabezón Sotelo. Tiene boina roja y su
compañía es una botella de Brahma.
Raro, el último libro de Iván Ferreyra (El Mensú Ediciones, 2012),
contiene ochenta y tres poemas que se dibujan en una laguna oscura, en un
terreno pantanoso como el delirio febril o experimentaciones oníricas donde el
olor de una almohada, la oscuridad de una habitación cerrada, los besos y el
perfume del sexo se mezclan con el olor a aceite quemado de las motitos de la
rotisería y con las frutas podridas del Mercado Norte.
Al mejor estilo del poema “Sea (sounds of the Pacific Ocean at Big
Sur)”, de Jack Kerouac, o a “Howl”, de Allen Ginsberg, Ferreyra escribe odas a
realidades desvencijadas pero con cierto aire de exabrupto, de sorpresa y de
una ingenuidad generada por el cansancio.
Los poemas son raros. Raro es que no aparezca Jorge Julio López. Raro
es salir de joda un domingo, como los mozos y los peluqueros. Raro es ver un
perro con brackets. Raro es que el Teatro Comedia no esté funcionando. Raro es
tener sexo con una prima. Raro es el perdón, y raro es el resentimiento.
Uno va en la constante búsqueda de aquello que perdió, un camino hacia
la redención. La vida es eso que te ocurre mientras la Mole Moli baila por un
sueño. La vida es una sucesión de asados, dicen.
Raro puede conseguirse en La Cripta (General Paz 184, Galería London).
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